Los cálculos matemáticos realizados por el hombre empezaron hace varios milenios con el uso del Ábaco. Pero no fué hasta 1642 cuando Pascal inventó una máquina que podía hacer cálculos sencillos. Posteriormente Leibniz inventó otra máquina algo más sofisticada, pero seguía siendo de tipo mecánico. Un nuevo salto se dió ya iniciado el siglo XIX con una máquina que podía copiar dibujos en los telares. El gran salto se produjo en Estados Unidos en 1890 cuando se inventó un sistema electrónico de lectura de tarjetas perforadas para poder realizar el censo de habitantes. Gracias a esta innovación, se puso en marcha la Empresa IBM la cual dió un nuevo salto con motivo de la II Guerra Mundial. Por encargo de la Marina Norteamericana, se construyó en 1943 el famoso MARK I que ya incorporaba partes eléctricas. Esta máquina tenía una medidas descomunales y pesaba 5 toneladas. Desde ese momento el desarrollo ha sido espectacular y las unidades de almacenamiento de datos han ido reduciéndose cada vez más. En paralelo ha ido ampliándose la capacidad de almacenamiento de manera que, en un minúsculo dispositivo de conexión USB, puede almacenar varios gigas de datos.

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