En la ciudad de Valencia se han restaurado unas pinturas excepcionales por su calidad y por la superficie de las bóvedas sobre las que se ejecutaron. Se trata de la Iglesia de San Nicolás de Bari y San Pedro Mártir que fué uno de los primeros templos católicos que se erigieron en el siglo XIII cuando se reconquistaron a los musulmanes los territorios ocupados en el Reino de Valencia. Las bóvedas de este templo tienen 1900 m2 de superficie que comparado con los 800 m2 que tiene la Capilla Sixtina, nos damos una idea de su grandiosidad y por qué se conoce el Templo como la «Capilla Sixtina» valenciana. El diseño de las pinturas estuvo a cargo del afamado pintor cordobés Antonio Palomino y la ejecución de las mismas la llevó a cabo en el siglo XVII su discípulo valenciano Dionís Vidal. Son pinturas al fresco de estilo Barroco que han sido restauradas a lo largo de 4 años gracias a la Fundación privada de Hortensia Herrero. La restauración ha puesto de manifiesto el magnífico colorido y luminosidad de estas pinturas barrocas.
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