Cuando vemos a los grandes portaaviones surcando el mar con su cubierta llena de aviones y sus grandes plataformas como pistas de aterrizaje-despegue, puede que no sepamos cómo se ha llegado a ello. Pues bien, todo empezó en el año 1910 cuando un pionero de la aviación propuso preparar un buque para conseguir colocar una avioneta sobre el mismo y despegar con rumbo al exterior. Esto ocurrió en el buque USS Birminghan y desde esa plataforma pudo volar dos millas hasta una playa cercana. Posteriormente se dió un paso más y preparando una plataforma en otro buque, el USS Pensilvania, consiguió posarse en el mismo. Se había conseguido el doble objetivo de despegar y aterrizar sobre un buque. Lo demás es obra de la tecnología que ha evolucionado hasta lo que hoy conocemos.

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