563 TERREMOTOS Y TSUNAMIS

563-TERREMOTOS

En negro, la ubicación de los epicentros en el planeta

Los movimientos sísmicos de la Tierra los llamamos terremotos cuando su epicentro está en los continentes y tsumamis cuando están bajo la superficie de los mares. En el primer caso la tierra sufre aceleraciones horizontales y verticales que dañan las construcciones apoyadas en la misma. En el caso de un tsunami la energía del movimiento produce un levantamiento del fondo del mar que eleva la masa de agua. Al producirse este levantamiento la energía se disipa produciendo olas concéntricas que se desplazan hasta llegar a las costas. Cuando la costa está cercana, estas olas invaden el continente y arrastran todo lo que se encuentran a su paso hasta que la energía que almacenan se disipa. Podemos ver en el documento las diversas causas que los provocan y cómo son las placas tectónicas que transmiten las tensiones rompiéndose en determinados puntos. Es interesante ver el gráfico en el que se han superpuesto los epicentros de más de 350.000 terremotos. Son los ocurridos entre los años 1963 y 1998 que definen perfectamente las zonas más sísmicas del planeta.

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VALORACIÓN

1 comentario en “563 TERREMOTOS Y TSUNAMIS

  1. LOS TERREMOTOS EN LA ANTIGÜEDAD
    La ausencia del concepto de fuerza mecánica y el desconocimiento de la geología tectónica hizo que hasta el siglo XIX se tuviera una idea muy peregrina sobre la causa de los terremotos.
    En la antigüedad estos fenómenos subterráneos, ante la imposibilidad de darles una explicación racional, se creían manifestaciones del furor de los dioses, quienes ocasionaban vientos violentos que estremecían la tierra y producían destrucciones más o menos graves.
    Plinio el Viejo nos transmitió esa teoría de los vientos subterráneos y que prevaleció durante centurias, como única razón justificable de unos sucesos inesperados que ocurrían con vibraciones y ruidos procedentes del interior de la tierra. De ahí que el remedio considerado más eficaz fuera el de abrir profundos pozos exhalatorios para facilitar la salida del viento, que se generaban por el fuego interno de la tierra. Concretamente había dejado escrito que las cuevas y galerías
    «dejan salir el aire que se encuentra dentro de la tierra. Lo que se observa en el caso de ciudades enteras [donde] sufren menos sacudidas los lugares atravesados subterráneamente por una densa red de conducciones de descarga; en estos lugares, son mucho más seguros los edificios suspendidos, como se ve en Nápoles, en Italia, que [los que se hacen] en la zona construida sobre terreno compacto y más aun en aquella expuesta a semejantes accidentes» .
    (Para más detalles ved Vera Botí: Elucidario, s/v Terremoto).

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