Esta entrada nº 1.000 nos está marcando una medida del tiempo transcurrido desde que se inició el Blog a principios de 2012. Para conmemorar este hecho, vamos a exponer cómo ha sido el transcurso del tiempo en nuestro Planeta.
Nuestro Planeta Tierra es parte del Sistema Solar y éste a su vez se integra en un Universo que es en gran parte algo desconocido para el hombre.
Voy a tratar de sintetizar haciendo un repaso superficial, aún a riesgo de quedar corto en algunos aspectos. Espero que sea suficiente para despertar la curiosidad.
Partimos de la base científica de que la edad de nuestro planeta alcanza 4.500 MILLONES de años. Esta cifra no pienses que es un error pues está calculada en base a verificaciones realizadas con rocas terrestres y lunares asi como con meteoritos procedentes del espacio exterior. Utilizando la técnica de los isótopos radiactivos, cuyos periodos de desintegración son comparables con la edad del Universo, ha sido posible estimar la edad del Universo en 15.000 MILLONES de años y la de la Tierra en esos 4.500.
Por ello podríamos decir comparativamente que si las civilizaciones humanas tienen una antigüedad de 4.500 años, año más o menos, la edad de la Tierra alcanza esa misma cifra de 4.500 pero en millones de años, esto es, MILLÓN arriba o abajo. Estamos hablando de unas edades que nuestra mente no alcanza a imaginar. Es como si pasara un millón de años en el intervalo que vemos pasar solo un año. Da escalofríos solo de pensarlo.
La Geología del Planeta nos da mucha información sobre los tiempos geológicos y por ello es posible establecer edades estudiando los materiales y los fósiles que se encuentran atrapados en las diferentes capas del terreno. La evolución que ha sufrido la corteza terrestre a lo largo de millones de años, es posible conocerla gracias a la Geología y a las técnicas de medición por isótopos radiactivos.
Los científicos han podido preparar una escala cronológica que recoge todas las fases de la evolución de la Tierra. Esta escala de tiempos va asociada, en parte de ella, a aquellos fósiles que tienen edades que se corresponden con cada periodo o época geológica. Aunque no tenemos restos fósiles más allá de 600 millones de años.
De esta manera, una forma de datar un estrato del terreno podría hacerse analizando los fósiles que se encuentren en en el mismo.
Esta escala incorpora una banda cronobioestratigráfica para poder ubicar cada zona y además existen hitos biológicos que definen cada era y periodo de la Tierra.
Para ver esta escala con más detalle pincha en esta ESCALA
La escala cronológica tiene cuatro ERAS a saber, CENOZOICO hasta 66 millones de años, MESOZOICO hasta 250 millones de años, PALEOZOICO hasta 542 millones de años, PRECÁMBRICO hasta 2.600 millones de años y finalmente el ARCAICO que alcanza hasta el inicio de los tiempos.
Antes de seguir leyendo puedes ver esta cronología en el siguiente documento
En la escala cronológica existe un hito especial, situado al final del CRETÁCICO, que dió lugar a la extinción de los dinosaurios. Está documentado que se debió al impacto de un gran meteorito sobre la Tierra, que la cubrió completamente de cenizas, acabando con el 90% de las plantas foraminíferas y algo más del 50% del resto de especies vivas. Este acontecimiento se puede detectar en muchos lugares del Planeta por la aparición del límite KT (capa negra) que separa el Cretácico del Terciario.
Cuando hablamos de tiempo geológico podemos estar refiriéndonos a algo relativo o absoluto. En el primer caso, para ubicar algo en el tiempo, se recurre a observar la superposición relativa de las rocas sedimentarias o bien se utilizan razonamientos paleontológicos. En el segundo caso se consigue gracias a conocer la desintegración de rocas ígneas, sedimentarias o bien a medir la edad de los fósiles con la técnica del Carbono-14.
Un ejemplo del primer caso son los cortes estratigráficos en donde encontramos ordenados los distintos periodos, siendo lógicamente más antiguos aquellos terrenos que se depositaron antes. Salvo plegamientos de los estratos, se encuentran a mayor profundidad respecto de la superficie.
En este corte estratigráfico del Gran Cañón del Colorado, se pueden distinguir los estratos correspondientes a varios periodos geológicos. Los mismos han podido ser clasificados apoyándose en la información que dan los fósiles encontrados en su interior, además de por el orden de superposición diferenciados en el corte.
Por otro lado también sabemos que es posible la determinación del valor absoluto de la edad de una roca, aunque con un cierto margen de error. Ello se hace en base a la desintegración de los isótopos radiactivos de los minerales. Científicamente se conocen los tiempos de desintegración de los materiales radiactivos y está comprobado que la velocidad de desintegración es constante en el tiempo, independientemente de la presión y la temperatura.
Un elemento radiactivo emite radiaciones y se va transformando formando isótopos del mismo elemento hasta llegar al elemento estable, que ya no se desintegra. En este proceso un determinado elemento que se desintegra, emite radiaciones y pierde masa de manera que se puede calcular el tiempo que transcurriría entre dos momentos determinados, siendo este valor constante para cada elemento. Asi por ejemplo, si encontramos en un mineral de galena, uno de los isótopos del plomo, conoceremos el tiempo transcurrido desde que el mineral se formó en el origen de la Tierra hasta la actualidad, ya que la cantidad perdida es la que se ha desintegrado por radiaciones emitidas a lo largo del tiempo. Conociendo la constante de decaimiento, conoceremos el tiempo transcurrido.
Gracias a esta cualidad de ser constante la velocidad de desintegración, es posible la datación de un mineral midiendo su desintegración. Como hay elementos que alcanzan tiempos de deseintegración de miles de millones de años, ha sido posible calcular edades de minerales que existín en los inicios del Planeta.
Comparando las composiciones isotópicas de minerales de plomo de distintas épocas, se observa que las cantidades de los isótopos de plomo 206, 207 y 208 son tanto mayores cuanto más recientes son esas épocas. Si se determina la rapidez de ese aumento, en principio, será posible calcular matemáticamente la edad de la Tierra. En la práctica el cálculo está sujeto a error puesto que en realidad se desconoce la proporción en que se encontraban estos isótopos en el momento del nacimiento de la Tierra. No obstante se ha adoptado la hipótesis de que la sustancia primitiva de nuestro globo es la misma que tienen los actuales meteoritos, entre los cuales está la troilita que es un siderito con plomo y cantidades tan minúsculas de uranio y plomo, que el plomo, debido a su desintegración durante la historia del meteorito, es prácticamente despreciable. De enorme importancia es el hecho de que la edad de los lititos, o meteoritos pétreos, determinada independientemente, diera también un valor próximo a los 4.500 millones de años, edad calculada de la Tierra.
La Tierra es una esfera con un núcleo y un manto que lo rodea sobre el cual se situa la corteza submarina y continental.
La capa exterior o corteza es la única que puede observarse directamente. Su espesor es variable, con valores del orden de 30-70 km en los continentes y de 5-10 km bajo los océanos. La corteza limita con el manto y la separación la evidencia el comportamiento de las ondas sísmicas, que definen una superficie denominada discontinuidad de Mohorovicic (Moho), en homenaje al sismólogo serbio que la descubrió. Durante el Paleozoico la corteza continental formaba el llamado Pangea, cuya configuración era la siguiente:
Los movimientos orogénicos y la tectónica dieron lugar a la modificación de la corteza terrestre. A lo largo del tiempo se han ido produciendo los cambios que han dado lugar a la elevación e inmersión de las tierras. En general han sido movimientos «lentos» a lo largo de miles de años y solo cuando han ocurrido erupciones volcánicas, los cambios se han realizado en periodos más cortos. Los plegamientos de la corteza terrestre que observamos en algunos lugares de la geografía a consecuencia de la tectónica de rocas, nos dan idea de la magnitud de las fuerzas a las que ha estado sometida la Tierra.
esto no ha podido ocurrir en unos cuantos años ¿verdad?
Sabemos también que hay fósiles marinos que encontramos hoy en las montañas y ello es una constatación de que la corteza terrestre ha pasado por situaciones de hundimiento y elevación sobre el nivel de las aguas oceánicas. Todos estos fenómenos han ocurrido a lo largo de millones de años y hasta las montañas más recientes, como las del Himalaya, que se considera una cordillera joven, empezó a formarse en el Mesozoico, hace tan solo 65 millones de años.
vista del Monte Everest en el macizo del Himalaya
En conclusión, los tiempos geológicos en la Tierra han permitido las transformaciones de su corteza, tanto por los movimientos de desplazamiento superficial como por los ocurridos por hundimientos y elevaciones.
Todo ello forma parte de una Ciencia en continuo desarrollo que va encontrando respuestas a las incógnitas que aún quedan por descifrar.
Por lo tanto, podemos decir que el tiempo en que se desarrollan nuestras vidas es casi imperceptible comparado con el tiempo geológico.