El fracking es una palabra que vamos oyendo cada vez con más frecuencia. Se trata de una tecnología que se inició en Estados Unidos hace más de 50 años. La misma consiste en la extracción del Gas no convencional a grandes profundidades. En los países que dependen mucho de las importaciones de fuentes de energía, como España, se tiene una buena oportunidad para abaratar los costes energéticos si en su subsuelo existieran depósitos de gas no convencional. Procede en su caso la fijación de normativas que regulen la implantación de esta tecnología y la posterior explotación del recurso correspondiente. Los detractores de esta técnica aluden a que puede suponer deterioro del medio ambiente pero es evidente que el riesgo cero no existe en ninguna actividad y lo importante es que se respeten las normativas en vigor para minimizar esos posibles riesgos. La Real Academia de Ingeniería británica ha editado una normativa muy detallada para que las explotaciones por el sistema fracking se realicen con suficientes garantías. En el documento nº1 se presentan los fundamentos de la tecnología y en el nº 2 se ofrece un análisis realizado por el Colegio de Ingenieros de Minas relativo al futuro del gas no convencional en España.

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El avión supersónico Concorde fué un proyecto europeo desarrollado por Francia e Inglaterra. El primer prototipo voló en 1969 pero el primer vuelo comercial se realizó en 1976. Este avión volaba a más de 2.000 Km/h superando dos veces la velocidad del sonido y su techo de vuelo alcanzaba casi 17.000 m siendo la altura normal de los aviones comerciales la de 10.000 m. A esa velocidad podía unir Europa con América en menos de 4 horas, es decir, menos de la mitad del tiempo empleado por los vuelos trasatlánticos actuales. Este avión tenía como principales problemas para ser rentable el precio de su construcción y el gran consumo de combustible. A ello se sumaba el problema del impacto sónico producido al sobrepasar la barrera del sonido. Este hecho daba lugar a la necesidad de evitar alcanzar la velocidad supersónica en las proximidades de las ciudades. Todo esto, unido al grave accidente producido en París en julio de 2000, supuso el final de este proyecto. El último vuelo del Concorde se realizó el 23 de junio de 2003 poniéndose fin a la era supersónica comercial.

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