La historia de la Sala de Ámbar del Palacio de Catalina, próximo a San Petersburgo, es digna de ser conocida. El Zar de Rusia, Pedro el Grande, quería decorar lujosamente ese Palacio y para ello buscaba materiales exóticos. El Rey de Prusia quería congraciarse con el Zar y en 1717 le hizo un curioso regalo. Se trataba de unos grandes paneles de ámbar puro procedente de una zona del Mar Báltico en donde hace millones de años existió una especie de pinos que producían una resina que con el paso del tiempo se llegó a transformar en piedra de ámbar. El trabajo lo encargó el Zar al famoso Arquitecto Rastrelli en 1755 quien ejecutó un trabajo maravilloso. Pero con la invasión de Rusia por las tropas alemanas en 1941 los Palacios de San Petersburgo fueron destruidos y no se ha podido saber donde fueron a parar las piezas de ámbar que decoraban la sala Catalina. Hoy es posible contemplar una fiel reprodución de la sala debido a que en 1979 el Gobierno Soviético decidió reconstruirla, apoyándose para ello documentos que se habían conservado. La sala pudo ser inaugurada finalmente en el año 2003. Invitamos ahora a ver esta maravilla deteniéndomos en los múltiples detalles artísticos que encierra.
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